Souad

Relato

SABROSÓN N°0

Marco Huarancca

12/1/2023

Como ocurre cada mañana, Souad, al llegar a la empresa, se dirige directamente al estante para buscar su taza ovalada. La costumbre en la oficina es un té o un café, las máquinas de su edificio no distribuyen otro tipo de bebidas calientes, pero Souad se las ingenia para tomar chocolate por las mañanas. Dentro de su bolso guarda sobrecitos de varios colores, aromas y procedencias. Ella piensa haber dado la vuelta al mundo en chocolates, al abrir los sobres cree sentir el olor de los continentes que aún desconoce.

Souad pronto va a cumplir cuarenta años y aún no tiene pensado qué hacer.

Todos los veranos Souad y su madre regresan al Dréan, localidad donde dejaron una casa y un terreno infértil. Nadie vive en esos espacios mientras ellas residen en Francia. Souad ha conservado un ritual desde que dejaron su hogar en Argelia: al entrar a su antiguo cuarto, lo primero que hace es sacudir las sábanas y se sienta, y así contempla al polvo suspendido bajo la luz del sol durante varios minutos. Ver esos diminutos espejos de luz le recuerda el brillo de una escarcha lenta, movimientos que también aprecia al ver debajo de un farolillo durante una noche de lluvia, o cuando echa el chocolate en polvo dentro de su enorme taza. Pero este último verano Souad no pudo jugar con el polvo, cuando llegó a la casa, la puerta ya estaba abierta. Creyó que era una broma o una sorpresa, y se llevó un susto. Ella y su madre se percataron que gran parte de sus pertenencias había desaparecido, y, sin muchos ánimos, alargaron su estadía para reforzar la seguridad de la casa, y también, aprovechar para conocer mejor a sus vecinos. Nadie les avisó cuándo ocurrió el robo, nadie en el barrio supo cómo contactar a las "veraneantes".

Al volver a París, la madre, bastante enferma, le pidió a Souad pasar sus últimos años en Dréan. Souad lo ha dudado muchas veces mientras ve la autopista desde la ventana, no se atreve a abrirla para evitar escuchar los cláxones o el grito de algún vagabundo, su madre necesita tranquilidad.

Souad se ha sentido incómoda con la llegada de nuevos colegas al trabajo. Ella se sorprende de la rapidez con la que le han preguntado si tiene esposo o hijos. En otra ocasión, una de las nuevas le pidió un consejo, si tomar chocolate por las mañanas la ayudaría a mantenerse despierta. Souad respondió, compartiendo su propia experiencia, que para ella tiene el mismo efecto que tomar café, pero sin las taquicardias. Agregó que no le gusta el olor invasivo del café, o del té negro, en cambio el olor del cacao le es más amable, a veces dulce, y se quedó pensando. El olor del cacao también le trae recuerdos de infancia y de su padre desaparecido, pero de esto último no dijo nada.

Hace diez años, Souad no pudo organizar nada para celebrar sus treinta años, ninguna amiga estuvo disponible en Francia, las de Argelia solo la llamaron brevemente. Quizás, para sus próximos cuarenta, es mejor organizar algo sola, como irse de viaje a algún país bastante lejano, y ahí, festejar su paso a la próxima década. Ella felizmente tiene unos cuantos ahorros, pero se pregunta dónde gastarlos, en el viaje de cumpleaños o planificar un inminente retorno a Argelia con su Madre. Hoy en día no le alcanza para pagarse los dos.

La taza de Souad tiene dibujos de pequeñas flores en la base, es un recipiente de color pastel que parece una decoración de fiesta infantil. En los últimos intercambios de regalos le han ofrecido varias tazas, algunas oscuras, otras elegantes con asas de metal y siempre con escasos diseños. Souad ha dejado todas las tazas en el fondo de la repisa de su cocina. Ella no ha cambiado de taza desde que llegó a la empresa, tampoco le importa si los regalos disfrazan indirectas, ni los comentarios como - en Argelia no se bebe tanto chocolate ¿verdad? - Souad solo ríe, prefiere no decir nada para evitar largas discusiones, ellos no conocen su pasado, tampoco piensa compartirles algo tan íntimo.

Cuando Souad llegó a la empresa, se enteró que su predecesor había sido despedido. Obtuvo más detalles al escuchar las habladurías de sus colegas y descubrió que él había negociado una rupture conventionelle con la empresa, así pudo irse tranquilo, aplicando al chômage, derecho francés que le permitiría tener una mensualidad por un par de años. Souad tuvo desconfianza de su puesto, nadie duró más de dos años, pero tuvo también una idea, o un plan: soportar un tiempo y hacer lo mismo que su predecesor.

La madre, antes de dormir, reza por Souad y por lo que será de ellas. Algunas noches la madre le ha pedido a Souad que salga a divertirse, a dar algún paseo con amigas. La enfermera que viene por los cuidados de la madre le ha dejado su número a Souad en caso de urgencias, o por si quiere salir a algún lado. Souad sabe que su madre está detrás de esa propuesta - Ya te llamaré - Souad responde cada vez que la enfermera insiste, pero ambas saben que no ocurrirá.

El cuerpo del padre de Souad sigue en Argelia, pero ella no sabe dónde. Souad tiene un pequeño recuerdo de él y de su perro despertándola, luego el perro la sigue hasta la mesa antes de ir a la escuela. En esa mesa, ella probó el chocolate por primera vez. Es un recuerdo preciso, repetitivo, que no sabe cuándo comenzó. El primero en desaparecer de su mente fue su perro, luego su padre. Souad tiene más recuerdos de ella preguntando por su padre que de ella misma y su padre juntos, aquellas veces en el colegio durante la organización de festividades, los cumpleaños, las navidades, cuando ella sentía miedo, y siempre tiene la misma respuesta al preguntarse dónde está él: no sé

Cada mañana Souad debe encontrarse un lugar en el open-space. Para evitar ubicarse en el centro, ella llega media hora antes que sus colegas y va a sentarse en alguno de los bordes de la oficina. Una vez frente a la pantalla de su laptop, se pone los auriculares para no escuchar a los otros, sus murmullos le fastidian. Aunque con el tiempo ella ha aprendido a reconocer si alguien menciona su nombre alrededor, cuando eso ocurre, baja discretamente el volumen de los auriculares y se concentra en la conversación ajena. Por lo general no son comentarios agradables. Hace poco ha escuchado un rumor, le van a buscar un reemplazo.

Souad con pocas amigas y pronto sin trabajo ... es la ocasión perfecta para su plan de irse lejos, piensa, pero tampoco quiere dejar sola a su madre, así sea por unas cuantas semanas. Souad tiene miedo de regresar y encontrarla sin vida.

Cuando Souad se hizo adolescente le contaron que el padre desapareció durante una manifestación, él salió de la casa y nunca más volvió. En un inicio creyó que su padre las abandonó, pero su madre le ha jurado que no fue así, mientras le muestra el álbum familiar donde solo existen los momentos felices. Cuando Souad abre el álbum ya no llora, pero se pregunta por los restos de su padre, y en el momento en que abandonó la idea de buscarlo.

Souad fue recientemente convocada a una reunión con su jefe. Ella actuó, se mostró desmoralizada cuando le propusieron la rupture conventionelle. Se quedó callada mientras le decían porque su trabajo no correspondía a las expectativas, pese a que ella tuvo la oportunidad de mejorar durante los últimos años. Por otro lado, ella no hizo nada para ser despedida por falta grave, y eso fastidió a los de recursos humanos que no tuvieron argumentos suficientes para echarla. También intentaron proponerle otro puesto en alguna otra filial, pero no había nada para ella en esa empresa. Cuando Souad salió de esa reunión ella fingió estar conmocionada frente a sus colegas. Todos ya estaban al tanto y hubo un gran silencio en el open-space. Cerca de las siete de la noche algunos comenzaron a irse y Souad decidió quedarse un poco más tarde, para pensar mejor en lo que vendría. Si aceptaba, en un mes dejaría de venir a la oficina. Antes de preparar sus cosas para irse dio un paseo por el corredor principal, sintió calma, entonces regresó a su puesto y le sonrió a su oscuro reflejo formado en la pantalla de su laptop.

Cuando Souad ve vagabundos acompañados de perros grandes se acuerda del suyo, el de su infancia. Al tomar el metro para regresar a casa siempre se cruza con uno muy parecido. Ella solo tuvo una mascota en su vida, no se atrevió a tener otra luego de ver agonizar a su perro. Aún recuerda aquel día, él estaba contento y lamiéndole las manos, quitándole el chocolate de los dedos. Unas horas después el animal había comenzado a botar espuma de su hocico hasta que su colita dejó de dar aspavientos. Su madre la encontró luego frente al cadáver del animal, quieta y sollozando, agarró los hombros de su hija y le explicó que, según el Dios cristiano, los animalitos van también al cielo, y algún día toda la familia volverá a encontrarse ahí. Entonces Souad imaginó el encuentro de su padre y el perro, jugando en el jardín que ya no existe.

Souad piensa en sus dos muertos al coger la taza de chocolate caliente, en su padre desaparecido y en su perro que mató sin saberlo. Ella tiene esa imagen presente para poder despertarse, y cuando se forma espuma en la taza, cree ver parte del desierto. Entonces Souad sopla con fuerza, y ve islas separadas por un mar cobrizo, piensa en su tierra, en su infancia, y lo que queda de ella.

Camino a casa recibe los mensajes de la enfermera, mamá se está recuperando. Souad sonríe y recuerda que pronto van a pagarle la indemnización, el plan para que le propongan la rupture conventionelle le salió de maravilla, tantos años fingiendo estar a gusto y haciendo lo mínimo necesario en el trabajo, funcionó. Con esa indemnización tendrá más que suficiente para financiar la reconstrucción de la casa en Argelia y su viaje.

No tiene muchas cosas que llevar de su apartamento actual, las tazas de sus colegas están en una caja que donará, pero aún no sabe a quién. Las maletas también ya están casi hechas. Esta vez el trajín será más largo y su madre aún no sabe nada, el primer destino será una sorpresa. Después de este viaje con ella por sus cuarenta años, no regresarán a Francia.

Marco Huarancca