Punto para Ionesco

Sabrosón n°0

Daniel Salinas

12/1/2023

En La cantante calva, la obra de teatro de Ionesco, una mujer recita un poema titulado “El fuego”:

Los policandros brillaban en el bosque
Una piedra se incendió
El castillo se incendió
El bosque se incendió
Los hombres se incendiaron
Las mujeres se incendiaron
Los peces se incendiaron
El agua se incendió
El cielo se incendió
El humo se incendió
El fuego se incendió
Todo se incendió
Se incendió, se incendió.

Se trata de un buen poema, me parece.

Una razón por la que es un buen poema es que los policandros no existen. Ni siquiera existe la palabra “policandro”. Y sin embargo ahí están, los policandros, brillando en el bosque ante los ojos del lector – su aparición introduce, ya en la primera línea del poema, una incógnita que resolver, un valor o sentido secreto que queda abierto. Punto para Ionesco.

Otra razón es que, en la vida real, no es posible que se incendien las piedras, ni el agua, ni el humo ni el fuego – que en el poema se incendien es un hallazgo. Segundo punto.

Una tercera razón es la intrigante secuencia de objetos a través de la cual el fuego se expande por el mundo: de una piedra a un castillo, de un castillo a un bosque. Que el fuego pase de los peces al agua y del agua al cielo es muy bueno. Que pase del humo al fuego, mejor aún. Un punto más, y van tres.

Mi detector de errores se enciende, sin embargo, cuando se incendia “todo”. ¿No es un poco exagerado que se incendie todo? Que se incendie el fuego ya es muchísimo. Además, a esas alturas del poema el fuego y “todo” son lo mismo. Incendiar “todo” sólo hace que el poema sea más explícito. Entonces, además de exagerado es redundante: dos puntos menos.

La imagen “todo se incendió” solamente se salva –y es una salvada notable, punto para Ionesco– porque “todo” se incendia tres veces: “se incendió / se incendió, se incendió”. Eso restituye la magnitud del todo, hace que “todo” vuelva a ser más que el fuego.

Pero si hubiese sido el fuego el que se incendiara tres veces sería aún mejor. Un punto menos.

Sumando y restando, un punto a favor; es decir, el poema es bueno.

Las matemáticas lo demuestran.

Daniel Salinas