Miguel Tapia: “Esa ansiedad por tener una vida propia”
Entrevista
SABROSÓN N°1
Sabrosón
11/29/2024

Una peda con el escritor mexicano Miguel Tapia
A usted, desocupado lector.
En el interior de un bar de cuyo nombre no nos queremos acordar, entre chelas y aguachile, intercambiamos preguntas y dudas con el músico y escritor mexicano, originario de la tierra de los culichis, allá donde no se bebe, sino que se pistea.
Es precisamente allí en Sinaloa, donde las bandas y las trocas son personajes mitológicos, que Miguel Tapia sitúa su reescritura creativa del Quijote. En Del famoso y nunca igualado corrido del Quicón Uriarte (Ediciones Era y Universidad Autónoma de Sinaloa, 2023), el Mickey nos regala una gesta de las de lápiz y papel (o teclado y pantalla). En su novela, Enrique Uriarte, el Quicón, ebrio de corridos como lo estuviera de novelas de caballerías el loquillo aquel de la triste figura, se marcha en búsqueda de la aventura que lo haga digno de su propio corrido. Y en ese trance, Miguel Tapia nos regala una historia llena de bandas de música, membrillos gigantes, posadas de dudosa reputación y camionetas pick-up. Una escritura gozosa que ha sabido plantarle cara a la intimidante sombra del Manco de Lepanto y responderle con una tonada divertida y melancólica.
Sabrosón (S): Por ahí se te describe como antiguo ingeniero, periodista, músico y, ahora, escritor. Es un perfil bastante ecléctico.
Miguel Tapia (MT): En algún momento fui varias de esas cosas, más bien. No soy ingeniero, pero sí estudié en la Facultad de Ingeniería [en Sinaloa]. Pero sí, después de ingeniería, estudié música, periodismo y a las dos cosas me he dedicado profesionalmente durante años.
S: ¿Y la escritura creativa te acompañaba desde tu periodo de músico…?
MT: (...) En realidad ha sido lo mismo. En un momento me empecé a alejar de la música. Que yo ejercí como instrumentista, pero también como compositor. Cuando empecé a dejar la música, la escritura literaria vino a ocupar ese lugar. Como que yo sentía que necesitaba continuar con la fase creativa. (...) Pero es verdad que nunca me lo planteé en serio. Sí escribí en México, o sea, antes de venir a París. Los primeros textos que terminé los habré empezado uno o dos años antes de venirme para acá, pero eran pruebas. Experimentos que hacía.
S: Y tu llegada a París, ¿estuvo relacionada con los estudios?
MT: Una cosa personal de una relación de pareja que tenía en ese entonces y que fue muy, este, muy puntual. Se suponía que iba a ser algo muy puntual. Y también es verdad que yo quería irme de la Ciudad de México. Tenía un trabajo y no me gustaba sentir que me estaba ya como quedando en un sitio… que no me gustaba. Entonces aproveché esa oportunidad para decir “bueno chicos, me voy”, dejé el trabajo, vendí lo poco que poseía para poder pagarme el viaje. Y lo que pasó fue que ya estando aquí la relación se rompió. Y yo dije ¿y ahora qué hago? Y pues poco a poco fui encontrando cosas que hacer. Tuve la suerte de poder volver a trabajar para la misma empresa para la que trabajaba en México. Me aceptaron que trabajara a distancia. Empezaba la era de Internet, ¿no?
S: ¿Qué año era?
MT: Yo llegué aquí a final de 2001 y todo eso empezó en 2002.
S: Y, contanos, antes del Quicón Uriarte aquí en París, ¿qué escribiste en esos años?
MT: En 2022 me enteré de que había un taller de escritura en el Instituto de México. En ese entonces, el director del Instituto de México era Jorge Volpi. Y Martín Solares, que también está viviendo en París, le había propuesto a Jorge hacer un taller de escritura. Y Martín llevaba el taller, era el coordinador. Entonces yo me acerqué y hablé con Martín, le mostré algunas de las cosas que había escrito… no tenía nada realmente acabado (...). Y ahí empecé a conocer a otros mexicanos, pero no solo. Había un par de españoles, de chilenos, algunos colombianos e incluso franceses. (...) Y ahí fue donde aprendí más o me hice a la idea de tener una práctica más regular. (...) De ahí el taller se acabó, pero de esa misma gente, varios de ellos siguen siendo gente muy cercana. Con quienes intercambio las lecturas y además los textos. Fue una muy buena experiencia.
S: ¿En qué medida la influencia de otros hispanohablantes enriquecen o aportan otra perspectiva a tu proceso de escritura?
MT: (...) El contar con lecturas de gente que viene de otra tradición hispanohablante, te hace tomar más conciencia de lo que significan muchas de esas expresiones culturalmente aprendidas. Y te ayuda a darles su lugar preciso en el texto. A darte cuenta de si realmente tienen que ir ahí o no, y por qué. Entonces la verdad es que te ayuda en ese sentido a darte otra clave de lectura de tu propio texto.
S: ¿Y la confrontación de los regionalismos o de los localismos con un público que no viene de allí? Te lo preguntamos porque hay un momento en el que cualquier creador o creadora latinoamericano se formula la pregunta: “yo me siento más auténtico con esta lengua, pero tengo miedo de que no sea español o de que no sea correcto, o simplemente de que no se me entienda.”
MT: Claro, digamos que es un comentario recurrente. “Tal expresión o tal cosa no sé lo que es”. Pero luego viene el debate. ¿Qué tan necesario es que yo conozca realmente el significado? El texto mismo te da pie para que lo puedas interpretar. No se trata de evitarlos ni mucho menos, sino simplemente de ser consciente de que tal frase es un regionalismo o es una frase hecha, una frase aprendida. Que uno sea consciente como escritor que esa frase está cumpliendo un papel determinado en el texto. (...) Lo que uno mete tiene que servir para algo. Si no sirve para algo, es que está de más. Y eso ayuda mucho para ese tipo de cosas. (...) Si no queda muy claro para algunos lectores, pues pues ni modo. Pero el texto lo requiere y así tiene que ser. Y también aprende uno a relativizar todavía más la cuestión de la corrección. Pues es un invento, un invento de los académicos y de los lingüistas. Que no es que no sirva para nada, pero hay que saber darle su lugar.
S: En tu libro se ve desde el primer momento toda esta cuestión de la tradición literaria que viene desde Cervantes. Decía tanto Octavio Paz como Alfonso Reyes que es importante para un escritor tener toda esta tradición literaria, pero más importante es poder transformarla, poder hacer algo nuevo con esta tradición. Y al presentarnos esta novela, agarras muy bien esa tradición literaria, pero no se queda solo en una tradición, sino que la transformas y la llevas más allá. ¿Cómo se te ocurrió hacer este ejercicio: tomar tu novela para poder llevar una tradición al día de hoy y traspasarla a otro momento, a otra actualidad?
MT: Gracias de entrada por las flores. Todo esto nace de un proyecto que se generó entre compañeros del mismo taller literario, que llamamos Manifiesto para una literatura wiki. Es un documento que redactamos y publicamos en Internet y que defendía el derecho de todo lector a reescribir cualquier texto. Ya no es una idea nueva ni mucho menos, pero nosotros como que nos quisimos subir a la ola wiki, que es esta idea de la creación colectiva en Internet. (...) Y después de que publicamos ese manifiesto, nos dimos a la tarea de reescribir textos diversos. Generalmente eran fragmentos de textos cortos, porque lo que queríamos era probar diferentes tipos de reescritura.
S: ¡Ah! ¿Han visto esta película con Jack Black que tienen como un Blockbuster y que se les borran los VHS y tienen que actuar todas las películas? Las vuelven a grabar, pero es un éxito. La gente quiere más. Así los imagino. Solo que allí les cayó el FBI y los jodieron [NdE: La película se llama Be Kind Rewind (2008), de Michel Gondry].
MT: Ah, bueno, pues aquí no. El FBI o no ha visto el sitio todavía o no saben leer español… Pero bueno. A partir de ese proyecto, en algún momento yo había retomado el Quijote. Creo que había reescrito un poco el arranque, una cosa así. Y como que quedó allí. Pero por alguna razón me quedó un poco la espinita de que eso podía dar para más. Y se quedó ahí. En realidad se quedó años. (...) Y no sé, no sé bien cómo, ni cuándo, ni por qué un día como que lo volví a intentar y salió algo que se parece un poco al arranque de lo que es ahora el libro y que me hizo clic. Y empezó a salir, a salir y a salir y a salir. Mi idea era hacer primero un cuento. Pero iba dando y yo sentía que tomaba fuerza. Dije “bueno, lo voy a seguir a ver hasta donde llega.”
S: ¿Y por qué El Quijote?
MT: Yo lo leí varias veces y la primera vez que lo leí tenía quizás 12 o 13 años. Y lo recuerdo como un libro muy gozoso. Un libro que me abrió las puertas, de esos libros que te hacen descubrir algo nuevo sobre el mundo. (...) O sea, hay algo de fundacional en la en la figura del Quijote. No solo por lo que significó para mí el libro, sino por la edad a la que lo leí. (...) Entonces, no diría que es un texto que yo haya sacralizado necesariamente, pero sí diría que representa un momento fundacional. (...) No sabría decir por qué lo intenté reescribir aquí. Había una cosa ahí, como una intuición. Después me fui dando cuenta de que esa intuición se podía concretizar en cosas más precisas, como ciertos paralelismos entre la función del de las novelas de caballerías, por un lado, y el corrido por otro. La de esta especie de código de ética y código de valores que tenían los caballeros andantes y algo parecido, ¿no? Como una especie de código ético inherente al corrido y al papel del del hombre héroe. Bueno, no solo hombres, mujeres, el héroe o heroína de los corridos.
S: Y así como El Quijote es muy jocoso, también tu novela es la jiribilla total.
MT: O sea, Cervantes era un tipo “muy leído”, como se dice. Con gran ambición literaria, pero al mismo tiempo, al menos en El Quijote, es alguien muy consciente de hasta qué punto también hacía falta desacralizar toda esa idea de la literatura. O sea, la solemnidad de la literatura no le sirve para nada. Lo realmente importante es otra cosa. Y entonces él se ríe de todo eso pero para señalar mejor. O sea, dentro de toda esa risa, llega un momento en que tú lees algunas frases del Quijote o de Sancho, dichas así, como en medio de la borrachera, y tú dices ¡órale! (...). La solemnidad del Quijote no se la puso Cervantes, se la se la puso la lectura posterior y la construcción de la figura de Cervantes como, justamente, el máximo representante de nuestra lengua.
S: Y hablando un poco de cultura popular… ¿por qué elegir el corrido? ¿Por qué no una balada, un reguetón, una ranchera?
MT: Podría ser otra versión, ¿no? Pero yo creo que justamente el corrido tiene esa similitud, con la tradición. Es decir, el corrido cuenta historias, ¿no? Siempre hay un héroe en el corrido. Como los libros de caballerías. Porque esa es la función del corrido. Es crear un héroe, cantar la alabanza de un héroe, contar sus hazañas y sus aventuras. Tiene que ver con la aventura. El Quijote abandona todo porque quiere ir a vivir aventuras como los personajes de los libros que está leyendo. Ese paralelismo creo que fue lo que me hizo acercarlos de inmediato. No funciona de la misma manera, por supuesto, la tradición del corrido, que la de los caballeros andantes. Pero había elementos en común que hacían que fuera plausible que el Quicón un día quisiera salir a buscar que alguien le escribiera su propio corrido.
S: Y, tal vez, si este cover resulta es porque tanto no hemos cambiado, ¿no? Tal vez ya no hay caballos, ahora hay trocas. Ya no hay juglares, ahora hay hombres que cantan corridos con su guitarra, etc. Pero en el fondo, tal vez no hemos cambiado tanto.
MT: Estoy de acuerdo. La idea es la misma. La misma sed de escapar a su propia realidad es o que impulsa a don Alonso Quijano y a Enrique Uriarte, y a un montón de personajes que se ven encerrados en una circunstancia que los ahoga en una cotidianidad y en una repetición de hechos y de momentos que terminan por asfixiarlos. Y que bueno, estos personajes son particularmente imaginativos.
S: ¿Fracasa el Quicón?
MT: Sí, forzosamente. Como fracasamos todos, ¿no?
S: Su objetivo era que existiese un corrido de sus aventuras…
MT: Pero, bueno, el verdadero corrido es el libro. Como el libro de caballerías del Quijote es el que escribió Cervantes. La misma búsqueda, el mismo deseo, la misma pasión. Esa ansiedad por tener una vida propia; eso es en realidad su libro, su corrido, su novela. Eso es en realidad su vida. La misma ansia de vivir es, en sí misma, la vida. Eso es en el fondo. Lo demás es la necesaria tragedia de estar vivo y caminar como un ciego hacia el momento en que eso deja de ser una realidad y uno termina muerto.
*
¿Cómo no terminar nuestro encuentro con este canto a la vida? La verdad es que el aguachile casero nos abrió aún más el apetito, la sed y la nostalgia. La peda siguió con una discusión sobre el derecho a interpretar una obra según Umberto Eco, con un debate sobre el primer gran road movie (¿el Quijote, la Odisea o Moisés perdido en el desierto?) y las mejores tiendas para comprar un chile que se parezca al serrano de Sinaloa. En las tiendas indias se encuentran unos largos, verdes y finitos. Esos son, nos dice Miguel. También hablamos de la evolución del corrido al narcocorrido y a los corridos tumbados. Miguel nos ilustra, para este número especial de Sabrosón: “como que van y se centran en la parte más violenta. En ese sentido ya se alejaron de la intención original del corrido. Pero eso tiene su explicación, porque el corrido también pasó a ser otra cosa, dejó de ser un medio de información y una expresión popular para convertirse en una corriente mainstream y un arma de comunicación y propaganda. (...) Quizás la función original del corrido ya fue, ha perdido mucho de esa función original que todavía tenía en los años 70, 80. Lo que se trataba entonces era de contar la vida de una persona que se consideraba ejemplar en algún sentido, desde el punto de vista popular.”
Una vida ejemplar. Como la aventura y el gran fracaso, que es el de todos nosotros, del famoso Quicón Uriarte.
Entrevista acogida por la redacción del sabor (Chepe Guerra, Rodrigo Yllaric e Idalia López).
Puedes escuchar la peda en nuestro Soundcloud: https://soundcloud.com/sabroson-paris/miguel-tapia?si=6ffba343d23a4d18b00063b608cc4ec4&utm_source=clipboard&utm_medium=text&utm_campaign=social_sharing